Integrada por los siguientes Concejales:

- Don José Quesada Jiménez. (PSOE).
- Don Pedro Chica Ruiz. (PSOE).
- Doña Juana Moral Moral. (PSOE).
- Don Luis Parras Alcántara. (PP).
- Doña Juana De Dios Peragón Roca. (IU LV-CA)

SUPLENTES:

- Don Andrés Bares Rama.(PSOE).
- Doña Irene Sabalete Ortega. (PSOE).
- Don José Tomás Campiña Domínguez. (PP).
- Don Manuel Pegalajar Puerta (IU LV-CA).

 

El carácter alegre de los andaluces se combina con su devenir histórico, engendrando numerosas fiestas, que entremezclan raíces paganas y religiosas. Son muy populares las ferias del ganado y las romerías en los meses de primavera, cuando el campo se inunda de colores y el sol acompaña, sin que extrañe, en caso de chaparrón caprichoso, que los romeros se cobijen junto a los árboles a esperar que pase, para continuar la fiesta. Con motivo de las festividades de San Antón y San Isidro muchos municipios salen a pasar el día en el campo. Una de las romerías más concurridas es la que se celebra en honor de la Virgen de la Cabeza, en Ándujar y la de Santa Ana en Torredelcampo (primer fin de semana de mayo). En mayo se engalanan con Cruces y flores las calles y plazas de esta localidad y de muchas otras, como Mengíbar, Porcuna o la misma Granada. Rememorando los tiempos de la Reconquista, algunos municipios granadinos levantan astas y pendones en sus fiestas de Moros y Cristianos, como Iznalloz, donde a finales de agosto o principios de septiembre, con motivo de las fiestas patronales, se escenifica una batalla en la que castellanos y musulmanes se batieron para recuperar los cristianos la imagen raptada de la Virgen. Otros acontecimientos históricos, como la fundación de La Carolina o la vistoria en la batalla de Bailén, también se conmemoran con fiestas, corridas de toros y desfiles.
Las citas culturales están representadas por el festival de música y danza "Ciudad de Úbeda" y la "Pipirrana Flamenca" de Porcuna, y en otro sentido, combinando tradición, arte y religiosidad, por la Semana Santa, repleta de celebraciones y desfiles procesionales en todas las localidades de la Ruta.

 

Los olivares, camisa de milrayas de la Ruta Nazarí, hacen que la aceituna sea la gran fuente de riqueza de estos pueblos andaluces. Su recogida, en otoño e invierno, puebla los campos de jornaleros, "aceituneros altivos" en los versos de Miguel Hernández. El manjar tradicional de los más humildes, la aceituna, aliñada con orégano y otras hierbas, machacada o rellena de pimientos o anchoas, es el aperitivo que nunca falta en una mesa de Jaén. Pero si esta provincia tiene fama internacional es por su exquisito aceite de oliva virgen, protagonista indiscutible de la dieta mediterránea. En la cocina, en las mejores conservas o en crudo para aliños, su preciado sabor se encuentra en los mejores restaurantes de todo el mundo.


Unos pocos kilómetros al oeste de Jaén, al pie de las sierras de La Grana y Jabalcuz , entre cultivos de cereal y olivares, aparece Torredelcampo. Siguiendo recetas de la repostería andalusí, sus gentes elaboran deliciosos pestiños, dulces de hojaldre y roscos de anís de manera artesanal. En sus alrededores, parajes como el Cerro Miguelico o La Floresta se nutren con los restos de su pasado íbero, romano, visigodo y musulmán. De los íberos se adivina un asentamiento fortificado; de los visigodos, lo que fuera una necrópolis. Torretas y atalayas se dispersan en un entorno que guarda hermosos lugares, como el salto de agua de la Cascada o la ermita de Santa Ana, que acoge una de las romerías más concurridas de la provincia durante el primer fin de semana de Mayo.

Las hostilidades entre cristianos y musulmanes en el reino de al-Andalus condicionaron la organización de las ciudades y villas al cobijo de fortalezas amuralladas, junto a ríos o sobre colinas.

Constaban de uno o varios recintos de murallas, a cierta distancia del castillo, con varias torretas o atalayas. Los gruesos muros de mampostería, estaban coronados por almenas, desde las que se arrojaba todo tipo de proyectiles y se lanzaba aceite o pez hirviendo al enemigo. La torre del homenaje, en uno de los costados de la alcazaba, era el recinto principal. Además de servir de plazas de vigilancia y defensa, los castillos sirvieron de almacén de alimentos y de prisión, como cuentan numerosos romances y leyendas. Hoy aún perviven muchas de estas fortificaciones, como las de Úbeda, Jimena, Píñar, o Baños de la Encina, por citar sólo algunas. Como curiosidades, la Torre del Homenaje de Porcuna, donde estuvo prisionero Boabdil tras la batalla de Lucena, y el castillo de Jódar, el más antiguo de la Península.

 

La culminación del arte hispanomusulmán en su etapa nazarí está caracterizada por su exquisito barroquismo. Columnas, arcos ojivales y lobulados, inscripciones de elegante caligrafía, bóvedas de mocárabe, armaduras, celosías y azulejos son elementos típicos de su abundante ornamentación. El ejemplo más emblemático lo encontramos en el conjunto de la Alhambra de Granada.

Situado en una colina de tierra rojiza, se le llamó originalmente "al-Hamra", "el castillo rojo". Sus orígenees se remontan a la alcazaba que mandó construir Alhamar, también llamado Muhammad I, fundador de la dinastía nazarí.

El conjunto de los Palacios Nazaríes fue construido en parte en época de Yusuf I -el salón del trono y el patio de los Arrayanes- y se completó durante el reinado de Muhammad V con las dependencias privadas de la corte. Está considerado como el recinto palatino musulmán mejor conservado de toda la Edad Media.

Destacan sus baños, el patio de los Leones y las Salas de los Abencerrajes, la de Dos Hermanas y la de los Reyes. Los patios y jardines del Partal y el del Generalife resumen la esencia del jardín musulmán, con una belleza incomparable, en el marco espectacular de las cumbres blancas de Sierra Nevada.

 

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